Imagino cómo pasará el día este pequeño. Madrugará para ir a la escuela. La madre le prepará el desayuno, le dará un beso en la frente y se irá. Su padre lo acompañará hasta la puerta de la escuela, le dará un beso en la frente y no se apartará hasta que el niño haya atravesado el umbral. Volverá a casa de tarde, de la mano de su padre, tomará su merienda, y al cabo de sus dos horas diarias permitidas de PlayStation hará sus deberes escolares. Perderá la noción del tiempo frente a la computadora hasta que su madre lo llame a gritos, que la cena está servida.

               

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