¡Buenos días sus señorías, mandandirulirulá!
El título de este post se refiere a las pequeñas partículas galletísticas que han sufrido los efectos del fenómeno descripto por la famosa ley de gravitación, formulada por el gran Isaac, sobre los papeles que están depositados sobre mi escritorio.
Como las Express son propensas a dejar este tipo de residuos, tomo una del paquete, la sacudo cual pitulín post-meum dentro del paquete mismo, y procedo a degustarla, previa prensada con mis maxilares. Hago esto siempre cuidando que mi cabeza esté posicionada sobre una hoja de papel (que, en esta oportunidad, trata sobre instalación de fibras ópticas) de manera de poder luego deshacerme de las migajas en cuestión. La metodología utilizada para llevar a cabo el desecho sigue, más o menos, las siguientes pautas:
- Curvar ligeramente la hoja desde uno de sus lados cortos, pulgar al medio en la cara superior, índice y mayor a los lados del pulgar en la cara inferior, de manera de formar una superficie que responda a la ecuación:
z = y2, o en su defecto z = x2
siendo z el plano perpendicular al escritorio.
- Acercar la superficie a un tacho de basura, inclinarla y hacer resbalar las partículas.
- Devolver la hoja de papel a su lugar de origen.
Así pues, concluye la tarea de mantener al máximo posible la pulcritud de mi aposento laboral.