Yo tengo una teoría, papá. Los hombres de la edad de piedra no eran los que nosotros conocemos como cavernícolas. Estos tipos con sus puntas de flecha y sus pinturas rupestres...

¿A quién carajo se le ocurre que alguien puede dejar tiradas por ahí sus herramientas y utensilios cotidianos? ¿A quién carajo se le puede ocurrir que cuando uno muere no lo entierren? ¿A quién carajo se le ocurre que un tipo pueda vivir en una cueva, tan oscura, como inhóspita y fría? Es todo un chamuyo. Pero hete aquí que no es un chamuyo con afán de chamuyarnos por parte de los investigadores del tiempo, sino que se trata de un chamuyo forjado por la temporal ceguera de estos investigadores que no saben ver, como yo, que los hombres de las cavernas no eran más que los inadaptados de la época.

Los desordenados. Los insociables, cuyos amigos y familiares no eran tales, no les rendían homenaje a su muerte, como era propicio. De haber sido así no se habrían encontrado cadáveres disecados. Habrían sido incinerados o enterrados y descompuestos. Los relegados del pueblo, porque la gente de la edad de piedra vivía en realidad en chozas de madera, que construían en conjunto en su sociedad, y los inadaptados estos se tenían que ir a vivir a cuevas porque no podían levantar las chozas de madera por sí solos.

Así pues, la verdadera gente de la edad de piedra eran en realidad Hombres de las Chozas y no de las Cavernas. Sale a la luz, mediante este humilde post, entonces, la verdad de la milanesa, verdad que nos fuera ocultada hasta hoy, no por los arqueólogos, no por los historiadores, sino más bien por la naturaleza misma, por la esencia de aquella gente de la época del jopo, o un poco antes mejor dicho, que no se dignó a dejar huellas de su existencia más que las de sus contemporáneos insociables.

He dicho.

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar

               

Artículos más recientes